cesarea

A medida que avanza nuestro embarazo tenemos más ganas de que llegue ese esperado momento de verle la carita a nuestro bebé. Pero a la vez también tenemos mucho miedo a lo desconocido, a cómo será nuestro  parto, ¿saldrá todo bien?

Entre el séptimo y el noveno mes es cuando nos vamos poniendo mas nerviosas pensando si el feto estará ya colocado o no, esperando que no esté de nalgas o de una forma no habitual y que nos permita tener un parto normal. Para todas aquellas que habéis pasado por esto ya sabéis de lo que hablo, cuando el ginecólogo en alguna de las últimas visitas os ha comunicado que estaba de nalgas no olvidareis esos nervios agarrados a la boca del estómago. Siempre en estos casos ni los propios médicos saben decirnos si el feto cambiará de posición o no en el tramo final. Eso es algo que nadie puede confirmarnos, puede ocurrir en un momento o nunca, habrá que esperar hasta el final.

La colocación del feto suele ser uno de los motivos de cesárea, y digo «suele» porque en la época de nuestras madres los ginecólogos solían hacer que el feto pudiera colocarse manualmente, sin necesidad de tener que pasar por una cesárea. O al menos lo intentaban, pero hoy en día no hay muchos ginecólogos que suelan practicar estos métodos. No es lo habitual. Si el feto viene de nalgas te hacen una cesárea y ya está.

Obviamente la cesárea no tiene nada que ver con un parto natural, pero yo, que he vivido dos en mis propias carnes, os diré que tampoco es para tanto. En mis dos cesáreas no tuvo nada que ver la colocación de mis hijas, que las pobres estaban perfectamente colocaditas. Fue porque la madre de las criaturas, o sea, yo misma, no dilataba, y después de unas cuantas horas de intentar con oxitocina que pudiera dilatar (casi 24h), el ginecólogo decidió que lo mejor sería practicarme unas bonitas cesáreas. La segunda vez, como ya sabía a lo que iba, no pasé tanto miedo e incertidumbre como en la primera vez, pero como os he dicho antes tampoco fue para tanto. Con la anestesia epidural no te enteras de nada, y el bebé al no tener que pasar por el canal del parto sale la mar de bien. La subida de la leche es mas lenta, eso sí, pero con el calostro puedes ir amamantando (en el caso de que hayáis decidido dar de mamar a vuestro hijo) hasta que se produzca la subida de la leche. Y la recuperación en casa depende de cada mujer. Yo me recuperé perfectamente de ambas, con los inconvenientes propios, eso sí, de una cirugía, pero para mí no fue nada traumático.

Ya sé que hay mucha gente que está rotundamente en contra de las cesáreas. Yo os hablo de mi caso personal. Es evidente que es mucho mejor un parto natural por muchos motivos, todo lo que no sea una cirugía no necesaria es lo mejor, pero cuando no te queda otra posibilidad, como fueron mis dos casos, hay que estar tranquila. No es nada grave y es algo perfectamente llevadero, no tengáis miedo.

Imagen| Bigstockphoto