Es un hombre de avanzada edad, obeso, sin nombre ni ocupación conocida. Le dejamos entrar en nuestras casas cada Navidad, trae ignotos paquetes para nuestros niños o nosotras mismas, a veces permitimos incluso que se le suban en las rodillas… pero, ¿sabemos realmente quién es Santa Claus?
Hemos descubierto que tiene más de un nombre. Se le conoce indistintamente como Padre Navidad, Papa Nöel, Viejito Pascuero… Sus orígenes son bastante turbios: al parecer heredó una gran fortuna que repartió entre los necesitados para dedicarse a la meditación. Tras su muerte su fama trascendió, ya como santo: San Nicolas (de esta raíz se pervirtió el nombre hasta el actual Santa Claus).
A principios del s. XIX, un poema describió por vez primera la imagen del santo montado en un trineo tirado por renos, imagen que se popularizaría enseguida. Un siglo después, una marca de refrescos proporcionó al rollizo religioso el uniforme rojo y blanco que ha venido vistiendo hasta hoy.
Así, según nuestras investigaciones, cada 24 de diciembre, este oscuro personaje deja su refugio en Finlandia, donde parece que vive con su esposa y una pléyade de duendes auxiliares, empuña el látigo y surca los cielos en su trineo mágico repartiendo regalos por todo el mundo. Cómo logra hacerlo en una única noche y cómo se las arregla para distinguir a los niños que han sido buenos (a los que premia) de los que no (a los que ignora) sigue siendo un misterio.
Desde aquí queremos avisar a las familias. Estad prevenidas. Pronto, muy pronto, podríais escuchar unas sonoras carcajadas provenientes del tejado. Tal vez oigáis pasos en el techo y veáis caer hollín de la chimenea. Es él.
Mandad a los niños a la cama. Dejad un vaso de leche con galletas (o un vasito de licor, que le vendrá aún mejor) y una palangana de agua para los renos e idos vosotros también a dormir. Mañana será Navidad y ¿quién sabe lo que habrá dejado Santa Claus bajo el árbol?
No digáis que no os hemos advertido. ¡FELIZ NAVIDAD!
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