primera leche

Ese primer instante, después de los esfuerzos del parto, en el que colocan a tu bebé a tu lado y por fin le ves la carita, sólo puede ser superado en emoción y belleza por el momento en el que, con su cabecita apretada contra tu pecho, toma de ti su primer alimento.

Es lógico que sintamos un poco de ansiedad al principio, tan grande es el deseo que sentimos de comprobar que todo funciona con normalidad. Pero aquí, como en casi todo, es conveniente permitir que la Naturaleza siga su curso.

Deja que el bebé permanezca sobre tu pecho un buen rato. Esto lo tranquilizará: al fin y al cabo, también él ha pasado por una tremenda experiencia. Cuando esté preparado, se moverá buscando tu pecho. Ayúdalo pero no lo fuerces. Una vez alcance el pezón, déjale que mame a placer. Hasta que aprenda, se tomará su tiempo, se quedará dormidito a mitad y volverá a empezar… calma. Que tome lo que necesite, cuanto más mejor.

Durante las primeras semanas, el ritmo será ligeramente caótico. Pero poco a poco os iréis acompasando, y ya verás como en seguida se distancian las tomas y aprendes a reconocer las señales que tu bebé te lanza. Eso sí, al principio, ofrécele el pecho en cuanto se despierte: no esperes a que llore, ya que esto sólo lo hará cuando ya sienta mucha hambre. Otras veces llorará y no será pecho lo que quiera: no te preocupes. Aprenderás a diferenciarlo.

Una vez hayan colocado a tu bebé junto a ti, respira hondo, relájate y disfruta. Ese primer y maravilloso instante será el que marque toda una vida de dedicación y amor. Saboréalo en plenitud y permite así que sea también para él un instante decisivo.

¿Has pasado ya por este momento? ¿Cómo lo viviste? ¡Cuéntanos!

 
Imagen| Bigstockphoto