Consejos para madres primerizas

Es cierto que muchos niños llegan a nuestras vidas con un pan debajo del brazo. Sin embargo, lo que no suelen traer en ninguno de los casos es un libro de instrucciones. Aunque muchas veces,  estaréis de acuerdo en lo que digo, nos haría la vida mucho más fácil a las mamis primerizas. Es por eso, por la ausencia de un manual que nos explique qué hacer en determinados momentos, cómo tratar diferentes alergias, cómo calmar su llanto o cómo paliar nuestras preguntas, que hoy hemos querido resolver algunas dudas muy comunes que ahora, una vez habiendo pasado esas primeras experiencias como mami primeriza, nos parecen súper sencillas y de lógica, pero que en su día se nos hicieron un mundo.

En primer lugar debemos estar tranquilas y confiar en nosotras mismas. Somos lo suficientemente capaces de cuidar de nuestro pequeño, no obstante no debemos avergonzarnos en pedir ayuda cuando la necesitemos, sobre todo si se trata de asuntos que no tengan que ver directamente con el bebé. Véase hacer la compra, limpiar la casa, hacer la comida. Muchas veces nos da vergüenza pedir ayuda, pese a tener detrás de nosotras a nuestras madres, a nuestras suegras o a nuestras amigas ofreciéndose para cualquier cosa… ¡Pidamos ayuda! Ellas estarán encantadas de echarnos una mano, o las que hagan falta.

No debemos obsesionarnos con la limpieza de nuestro bebé ni de su entorno. Tendemos a pensar que son súper frágiles, que apenas podemos tocarlos porque les haremos daño y que todo lo que esté a su alrededor puede ser un causante de virus y bacterias en potencia. Pues bien, debemos tener cuidado con esas cosas, pero teniendo el sentido común por delante. Los bebés son mucho más fuertes de lo que nos pensamos y no, tampoco es necesario bañarlos todos los días. Con dos o tres veces por semana será suficiente para no dañar su manto lipídico.

Tampoco es saludable (ni para ellos, ni para nosotras) obsesionarnos con la temperatura corporal del bebé. Hay veces que todas las mantas del mundo nos parecen pocas y por no querer que pasen frío lo que estamos haciendo es agobiarlos. Una buena manera de cerciorarnos de si nuestro pequeño necesita o no más mantas, es viendo la temperatura de determinadas partes de su cuerpo como el cuello, las manitas o los pies… eso nos informará de si necesitan que se les arrope o todo lo contrario.

Por último, un episodio que nos ha pasado a muchas de nosotras y es alarmarnos demasiado sin razón y llevar al pequeño a urgencias. Es normal que sintamos cierto tipo de inseguridades y por otro lado, nadie como el propio doctor para explicarnos que no le pasa nada a nuestro pequeño. Sin embargo, debemos ser conscientes de que no podemos estar colapsando los servicios de urgencias cada dos por tres. Allí lo saben, nos conocen y es por eso mismo por lo que poco a poco nos irán enseñando a afrontar determinadas situaciones como bajar la fiebre al pequeño o detectar si lo que le pasa es realmente una muestra de que hay que ir a urgencias, o por el contrario es algo que puede tratar sin problema el pediatra al día siguiente.

Fuente|Guía Infantil

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