niños especiales

El  entrono familiar de un niño al que le acaban de diagnosticar una deficiencia es probablemente el que más afectado se ve con la noticia, más incluso que el propio niño. Es por eso que ante una información de estas características los padres deben estar preparados para atravesar una serie de etapas psicológicas y emocionales que no son otra cosa que la manifestación del duro momento que están atravesando. Es un cambio muy grande al que van a estar sometidos, y un cambio que va a durar para toda la vida, por eso hay que saber afrontarlo.

Aunque hay un montón de factores que influyen en la manera que puede tener una familia a la hora de afrontar ese golpe (desde económicos, hasta religiosos) sí que es cierto que hay ciertos patrones que suelen repetirse en todas las familias, aunque dependiendo de unos autores u otros se clasifiquen de diferentes maneras.  En primer lugar, la negación. Muchos padres quieren pensar que los médicos se han equivocado en su diagnóstico e incluso, una vez asimilado que están en lo cierto, llegan a culparse mutuamente de la discapacidad del niño. Es una de las formas en las que se manifiesta la impotencia, no obstante hay más: desde el desengaño con el mundo, con la propia religión o la manía al propio hijo. Hay otra etapa en la que los padres, aún sin aceptar plenamente la enfermedad del niño, ya hablan del tema con el médico y con el propio niño. Un proceso que si se prolonga en exceso puede desencadenar en una depresión ante la situación de estrés y todas las novedades que están sucediendo.

Tarde o temprano (dependiendo de los casos) llegará esa etapa de aceptación que a su vez puede desencadenar diferentes reacciones. Desde los padres que aceptan la enfermedad del pequeño a través de una sobreprotección excesiva, a los padres que sienten lástima y resignación por el pequeño y hacen sentir al niño que es un enfermo , lo que entorpecerá gravemente los avances del niño.  Sea cual sea la reacción, si estamos ante una situación así debemos ser conscientes que la gente que hay a nuestro alrededor lo que quiere es ayudarnos y por lo tanto es bueno que hagamos caso a sus consejos y evitemos esa resignación y esa tristeza que inevitablemente va a aparecer pero que iremos superando. Poco a poco nos daremos cuenta de que nuestro pequeño es tan capaz como lo demás y como tal lo querremos por encima de cualquier otra cosa que pueda haber en este mundo. Por eso, sonriamos, ¡somos mamás!

Fuente|faros.hsjdbcn.org
Imagen| Bigstockphoto