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Cuando era pequeña y me dijeron que tenía que llevar gafas se me cayó el mundo a los pies. ¡Gafas! Era como una condena, a partir de aquel momento dejaría de ser yo para convertirme en “la Gafitas”, ¡qué horror! Por eso, cuando nos dimos cuenta de que nuestro bebé había heredado mi mala visión, me entristecí por ello. En seguida, sin embargo, me di cuenta de que no tenía por qué.

Hoy el mundo ha cambiado muchísimo, y ahora las gafas son un elemento más de la moda. Existen muchísimos modelos preciosos a elegir, y están perfectamente adaptados a las necesidades de los más pequeños. Nuestra oftalmóloga de confianza, además, nos dio una serie de consejos para elegir el mejor para nuestro nene, que quiero compartir con todas vosotras, por si os vierais en la misma situación.

Haz una primera selección fijándote en el material de la montura: procura que sea suave, flexible y resistente. También selecciona cristales ligeros, resistentes y apropiados a su corta edad. Una vez realizado este “filtro”, hazle partícipe de la selección: que elija su favorita, como si de un juego se tratase, para que después las lleve con la ilusión de quien estrena zapatos.

Tendrás que hacerle entender que ha de llevarlas todo el rato, así que no cedas a chantajes ni presiones. Si es necesario, ponle ejemplos cercanos: un familiar que las lleva, algún personaje infantil o un dibujo animado. Que se dé cuenta de que las gafas tienen que formar parte de él. Para ello, apela sin rubor alguno a su vanidad: ¿qué niño no quiere oír que está guapísimo?

Más adelante, cuando ya sea mayor y responsable, se podrá pensar en las lentes de contacto y, cuando sea adulto, y siempre y cuando así lo recomiende el médico, en operarle. Hasta entonces, las gafas serán su compañero inseparable. Hagamos de esta realidad algo lo más agradable posible.

Imagen| Bigstockphoto