esta situación me agobia

Hay madres que nos escriben para contarnos que hay ocasiones en las que después de haber dado a luz, y sobre todo durante los primeros años de vida de nuestros pequeños, se sienten saturadas, no tienen tiempo para nada, se agobian y enfadan por todo… En realidad es normal que ante la nueva situación que se presenta en casa una de las formas de reaccionar que tengamos sea ésta. Estamos acostumbradas a un nivel de vida y a una rutina que ahora se ve rota por algo que verdaderamente deseábamos pero que inevitablemente nos agobia.

Siempre que alguien me plantea un “problema” de este tipo, yo intento hacerles ver lo positivo de esta nueva situación. No porque no sepamos que esas cosas tan tan bonitas y positivas están ahí, sino porque no sabemos verlas y es importante que a veces nos las muestren. La primera de estas cosas es todo lo que tenemos que aprender de nuestros hijos. Ellos tienen esa naturalidad y esa ingenuidad que a veces tanto nos falta a los adultos. Les da igual decir lo que piensan sea lo que sea o a quién sea porque la forma de concebir su día a día. Si huele bien, si huele mal, si se lo están pasando mal, si se aburren… todo lo dicen. También si tienen miedo. Cosa que a los mayores siempre nos cuesta reconocer y que dificulta muchas cosas. Dentro de esa ingenuidad innata los niños nos dan muchas lecciones de vida, nos enseñan a creer, a confiar, a ser optimistas. Porque otra de las cosas más bonitas de un niño es que todo lo ve bonito. Todo es de colores a su alrededor, quizás porque no tienen conciencia del pasado, tampoco del futuro, simplemente viven en el presente.

Tienen tiempo, todo el tiempo del mundo y eso les permite detenerse en los pequeños detalles de la vida. En oler una flor, en acariciar un perro, en ver 300 veces su película de dibujos preferida. Y en ese tiempo que tienen, no paran de hacer cosas: dibujan, saltan, bailan, ríen, lloran, juegan, hacen, deshacen, vuelven a hacer, vuelven a deshacer… simplemente escribirlo o leerlo cansa ¿verdad? Pero en realidad son mágicos. Son tan mágicos que no podríamos vivir sin ellos. Por eso los agobios y la falta de tiempo se disipan cuando se analizan estos factores, que siempre están ahí, pero hay que recordar.

Imagen| Bigstockphoto