Sí. Parece extraño pero la que se podría conocer como la fiebre de las sociedades avanzadas y del S.XXI, el estrés, es tal que hasta puede llegar a afectar a nuestro pequeño. Comúnmente conocemos el estrés como aquellas situaciones o factores que nos hacen perder los nervios y ante ese estado nuestro cuerpo reacciona poniendo en marcha sus mecanismos de defensa para enfrentarse a una situación que está detectando como amenazante. Pues bien, en nuestros pequeños esto puede manifestarse también.
En primer lugar porque los niños son como esponjas y tienen una capacidad increíble de reflejar lo que están sintiendo sus padres. De este modo, si al bebé se le está transmitiendo que la madre por ejemplo está preocupada, estresada, triste… él inmediatamente lo captará así y lo hará saber. Es muy curioso, pero este estrés ya se puede producir incluso antes de que el pequeño nazca, ya que la madre puede transmitirlo a nivel hormonal feto. Sin embargo, las causas más comunes de estrés en nuestros pequeños vienen dadas por enfermedades comunes en esas edades (desde cólicos lactantes, hasta otitis, flatulencias), por una mala alimentación (alimentos inadecuados o insuficientes), también por falta de sueño o incluso porque se sienten desatendidos (necesitan que se les cambie el pañal, tienen sed, frío, calor, tienen miedo …)
En definitiva cualquier situación que lo pueda alterar y ante la que él no pueda hacer nada. Una manifestación de este estrés la realizarán, por ejemplo, a través de llantos prolongados y angustiosos, pero también puede darse en una menor interrelación con los adultos o incluso en la alteración del sueño.
No obstante, no hay que alarmarse ante esto, ya que al fin y al cabo, estas situaciones de estrés puntual acabarán terminando cuando concluya el conflicto que las produce. Otra cosa es que nuestro pequeño atraviese situaciones constantes de estrés. En ese caso, lo mejor y más recomendable es acudir a un especialista.
Fuente|Rtve.es
Imagen| Bigstockphoto